Cachaco

Fondo musical:


Con la valiosa colaboración de Castpost y una polaca ahí.

Tengo otro blog «experimental» que se llama De Montserrat a Monserrate. Está hecho a manera de diálogo epistolar con un catalán que se hace llamar Lobisome y está casado con una colombiana en Barcelombia. Con vergüenza debo decir que no le he puesto mucha atención. Hace solo una semana volví a escribir allí, la segunda vez que lo hago. Pero fue sobre un tema que apenas he tratado tangencialmente aquí, la «bogotanidad». Voy a reciclarlo, en primer lugar, para hacerle cuña al otro blog.

El mito de ser bogotano

Estimado Lobisome:

Como en su caso, soy descendiente de inmigrantes. Bueno… más o menos. Aquí no se piensa en esos términos, solo si vienen de otro país. Por eso aquí no hay pingüinos. O tal vez los haya, pero no sabemos. Antes de responderle a esta pregunta debería presentarle el panorama de la identidad en mi ciudad.

Mi padre no nació en Bogotá, como yo, sino en Ibagué, a tres horas de aquí. Y sus padres, mis abuelos, nacieron en otros lugares del Tolima —el departamento del que Ibagué es capital— y Huila —que hasta el año en que nació mi abuela era parte del Tolima—. Mi madre sí nació aquí, al igual que sus padres. Pero la familia de mi abuelo era de Antioquia y la de mi abuela del norte de Cundinamarca. Hoy puedo decir que soy un bogotano de verdad, no solo porque aquí nací y he crecido, porque hablo con el insulso acento de esta ciudad y me encanta el ajiaco, sino porque parte de ser bogotano es ser descendiente de gente del Tolima, del Huila, de Cundinamarca, de Boyacá y de Santander —los departamentos cercanos a Bogotá— o, aunque en menor medida, de cualquier otro lugar de Colombia.

Solo hasta hace unos pocos años más de la mitad de la población de Bogotá llegó a estar representada por nativos de la ciudad pro primera vez en la historia. ¿De qué otra manera una ciudad crece de manera tan vertiginosa, tan espantosa, si no es con forasteros? Pasar de menos de un millón de habitantes a siete millones en cincuenta años es algo que solo pueden lograr los conejos. Y el fenómeno sigue, desde luego.

Sin embargo es común, dentro de la tradicional ignorancia y ceguera de este país, considerar que hay unos bogotanos “de verdad” y otros que son “provincianos” o “calentanos”. Según ese mito, esos venidos de más allá son apenas unos pocos, aunque cada vez son más, que han llegado muy recientemente, que no han podido ni han querido adaptarse al trajín de una metrópoli, de una capital que hasta hace unos años era “auténtica”.

En efecto, según el mito, antes del famoso 9 de abril de 1948, Bogotá era aún la ciudad de los bogotanos: se vestía de paño, se llevaba sombrero y paraguas, se era elegante y cortés con las damas, hacía muchísimo frío —note usted que el tema del clima es muy importante—, las familias se conocían las unas con las otras y, para no ir más lejos, había una indiscutible semejanza entre su urbanismo y el de Londres y París o, según otras versiones, la intelectualidad y la democracia era comparables con las de Atenas en tiempos de Pericles.

Aún hoy es posible oír a los ya octogenarios miembros de las dichas familias —las que se conocían entre sí— hablando con voz entrecortada sobre cómo era de bonito antes, sobre cómo podía irse al árbol a recoger nueces. Esas casas y esos árboles quedan hoy pero ahora hacen parte del centro —extendido— de una ciudad que ha crecido en tamaño mucho más que su población, que se ha tragado ya seis o siete pueblos aledaños y “amenaza” a otros tres o cinco. ¿Cómo quieren estos sujetos que la ciudad siga siendo la misma de hace años, el mismo villorrio a las faldas de Monserrate? Hoy la mayoría de sus hijos, nietos y bisnietos son inmigrantes en otros países, normalmente en calidad de embajadores, cargos directivos de empresas, estudiantes o sencillamente esposas. Me pregunto cómo se presentarán allá. ¿Como colombianos? Probablemente, como colombianos “pero más cercanos a ustedes”.

El caso es que ese mito de unos pocos ya es patrimonio de muchos aquí —y me incluyo— y sigue replicándose, en serio y en broma, en muchas situaciones. ¿Y cuándo es necesario hacer uso de él? Cuando nos enfrentamos al “otro”, a ese que en el mito se llama “calentano”, el que en su mitología nos llama “patifrío” o “enruanado”. Pero esa es otra historia que le contaré más adelante, mi querido hombre lobo.

Un saludo.

La segunda razón por lo que publico esto aquí es que hoy salió una carta de un lector en El Tiempo en respuesta a una editorial de ayer llamada «Inventario de Cachacos». La editorial, si bien aporta interesantes datos, se pregunta estúpidamente si el «repunte de los nacidos en Bogotá» significa «un renacimiento del cachaco». ¿Renacimiento? ¿Se murieron algún día? El cachaco sí es más o menos lo que al final dice el mismo editorial y lo que yo le sugiero a mi amigo catalán: «sigue siendo aquel que tiene viejos lazos familiares afincados en la capital. Estos se consideran a sí mismos una minoría.»

Yo he propuesto en el plano de la sociología apriorística especulativa que el acento cachaco no ha muerto sino evolucionado. A mi entender, es claro que hay una línea que une, con apenas unos matices, el acentico de Roberto Junguito con el del actual ministro Alberto Carrasquilla con el de alguno de quienes fueran sus estudiantes yuppies en la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes. La línea también podría trazarse hacia atrás para poderla llevar a esos tiempos en que Bogotá era fría, elegante y no había calentanos —entonces el cachaco era José María: Samper Brush o Espinosa—, o sea, los tiempos mitológicos a los que cantaban odas Cordovez Moure y Alfredo Iriarte, a los que me parece que hace alusión El Tiempo con su absurda pregunta. En resumen, si uno no es de los que ha estudiado en el Moderno o en el Campestre es como si no fuera de aquí.

El nuevo jinete del Apocalipsis —otro miembro de la escuela apriorística y, por cierto, bogotano— me explicaba desde su lógica genial que sencillamente hay «cachacos» y «rolos» como forma de distinción de clases socioeconómicas dentro de la ciudad. ¿Faltan explicaciones? Bueno: que los cachacos son los ricos —o los de la pequeña aristocracia— y los rolos somos todos los demás.

Volviendo a la carta que me hace escribir esto, lo mejor es trascribirla:

El ‘chirriado’ cachaco

Señor Director:

Acerca de su editorial ‘Inventario de cachacos’ (20-03-06), una cosa es cachaco bogotano y otra, nacido en Bogotá. El cachaco es respetuoso, refinado en sus maneras y en el hablado (ala, chusco… y 400 palabras propias más), diplomático, incisivo, muy simpático y con apuntes (chascarrillos) espontáneos para cada ocasión. Su vestimenta era particular. El chispazo y la espontaneidad eran lo principal. Así como el ser centro de atención. El hablado, con rrrr… y medio arrastradito… es otra característica que no ha perdido, ni el respeto por su especie y su ciudad. Los nuevos postulantes deben hacer casi que un curso.

Juan Manuel Díaz Azuero

Guaymaral

(Hoy Guaymaral es lo que hace un siglo era Chapinero, es decir, la extensión del centro de Bogotá en sus periferias, aprovechado por muchos de estos cachacos que querían, seguramente, huir de todos esos «nacidos en Bogotá». En efecto, un día este centro se extenderá desde la Plaza de Bolívar hasta allá por la misma carrera séptima de siempre. Por entonces los cachacos tal vez vivan en Bucaramanga.)

Creo que detrás de la simpática y costumbrista carta del señor Azuero está ese tufillo clasista tan aburrido y estúpido que ha distinguido a la elite de mi querida ciudad —los que no quieren que les quiten el parquecito— y que sin duda ha manchado todos sus estratos socioeconómicos: desde los dueños del periodicucho ese hasta los herederos del señor que sale en el billete de mil. Ese clasismo marica es buena parte de lo que significa ser de aquí, es decir, querer ser cachaco y no bogotano, querer ser «de mejor familia»; querer que los demás quieran ser cachacos para poder decirles trepadores.

Pero qué carajos, esta es la verdad: los cachacos son los trepadores del orden mundial, los que quieren tener casas inglesas con techos inclinados para la nieve que nunca cae, como los de las clases «populares» que decoran sus salas con vitrinas llenas de ridículas porcelanas y cristales, como los narcos y traquetos que con sus camionetas y lámparas de tres mil dólares ahora espantan a los pobres Migueles Silva y seguramente a los Juanes Díaz Azuero por su falta de cachaca sobriedad.

Datos curioso: El Cachaco fue el nombre de al menos dos periódicos que se publicaron en el siglo XIX. El primero El Cachaco de Bogotá hacía la aclaración de que era de aquí. El segundo, simplemente El Cachaco, se definía como «periódico agridulce y jocoserio, conservador, radical e independiente, consagrado a decir la verdad en chanza a todos los partidos, a todos los hombres y de todas las cosas». Eso suena a La Luciérnaga y pues qué boleta.

52 Responses to “Cachaco”

  1. Federico de la Regueira Says:

    Pues el caracter de “wanna be” creo que se puede dar en todos los “cachacos” (segun la definicion salida de la diferencia con los rolos) de Latinoamerica, y no propiamente de los Bogotanos.
    Y aunque esa diferencia entre rolos y cachacos puede ser muy coloquial, si creo que llega a seer util en una para una descripción, ya que incluye, parametros socioeconómicos, de moda, de comportamiento…
    en fin… Uno a veces se complica la vida intentando definir cosas, y lo digo yo, que me la paso en esas.
    Igual, yo también veo similitudes entre el hablado del cachaco clasico, con el gomelo, o yuppies contemporaneo.

  2. Patton Says:

    Que vaina con esos rolos resentidos que escriben en blogs … carajo. ;)

    Del putas lo de Chapinero-Guaymaral-Bucaramanga, tiene toda la razón. Ya van en Altos de Yerbabuena. Es que eso de vivir después de un peaje tiene que ser algo muy “cachetoso”. Eso de que le cueste a uno $20.000 (o más?) en gasolina, peajes y parqueaderos cada día sólo puede significar que se está “divinamente”. Eso si, pagando servicios estrato rural en condominio de estrato 9. Culpa de ellos no es, no ven que el del IDU es Pepito Pombo, el de la cas 15?. Y el señor Díaz hace un buen esfuerzo por dejar en claro que no vive en el casco urbano, aunque Guymaral no sea municipio … pero no importa, o acaso el resto de lectores firman “Perico de los palotes, Santa Rosita Oriental”?

    En lo que no comulgo es en lo de darle tanta importancia a los del Campestre, si es bien sabido que no son más que una vulgar copia de los otros.

  3. CFCG Says:

    Bacano el fondo musical. Me sentí almorzando ajiaco con harta alcaparra. Por otro lado, ¿Por qué será que en el billete de a $1.000 no colocaron la típica foto de Gaitán frenético dando un discurso?

  4. David Lynch Says:

    Ala, que buen cascarrillo. Pues en definitiva si hay algo jarto en los tipos regionales de este pais, es un bogotano crecido. Yo ya me acostumbre porque estidio en los Andes, pero a veces si es muy jarta ver toda esa mano de indios y mestizos picandosela de londinenses cosmopolitas. He oido que en otras instituciones la situación puede llegar a ser mas jarta, como en el Rosario. Yo lo que sé, es que cuando el cachaquismo se une con la chocolocura se crea el peor esperpento de esta polis: el cachaco(ca) chevere. En otras palabras, un cabron(a).

  5. CONTRA EL RACISMO Says:

    Interesante el tema que aborda. definitivamente le gente se mata la cabeza por hacer diferencias o mejor dicho por diferenciarse de otros que no ven con buenos ojos, o simplemente por creerse mejor que el resto…

    En que la cultura o las costumbres de los supuestos “verdaderos bogotanos” podria calificarse mejor que la del resto del pais y vicebersa.
    Algunos paisas tan bien se las dan de mucha cosa, si se va a la costa lo mismo y que decir del valle o mejor dicho de cada region de Colombia, por todas partes se puede encontar ese mismo “orgullo” imbecil y si se sale de las fronteras del pais no es muy diferente.
    Por que es tan dificil reconocer lo bueno de los otros, sin envidia y sin comparaciones tontas, buscando cual es mejor, cosa que no existe. Para que ese sentimiento de superioridad y rechazo, de que sirve?.
    Es que el verdadero bogotano no es aquel del momento presente, proveniente de esa mezcla, de ese mestizage. La poblacion bogotana es esa sociedad cosmopolita, esa mezcla de personas que vienen de todos los rincones y que dan lo que es el verdadero bogotano, como vos.
    El cachaco es solo un personaje mas de esa sociedad, no el verdadero y legitimo bogotano, eso no existe sino en el imaginario de ciertas personas.
    Uno pertenece a una region o ciudad, a partir del momento en que alla echado raices y tenga un sentimiento de pertenecia, no importa lo que digan los demas, lo que digan los que que falsamente se auto denominan autoctonos.

  6. Maria Paula Says:

    Pero si es cuestion de wanabees, los paisas y los costeños tambien pueden entrar en esa categoria , pues quieren ser de Bogota o no has visto el fenomeno ” yo vengo del marymount de Barranquilla” o ” “yo vengo del Britanico de Cartagena” para integrarse , cuando llegan aca se les califica de Trepadores, sean o no wanabees, pues el Bogotano quiere ser ante todo neutro, frio, y distante por lo que tu dices, porque sn trepadores del ordn mundial. Sean del campestre o del moderno, no les gusta que se les metan al rancho o a la casa inglesa con techo inclinado. Pero esos son pocos Bogotanos, solo los del campestre y del moderno y los que dirigen el pais, claro, habra que ver cuales son los Bogotanos que salian con Ruana en el Bogotazo, o los que ahora no tienen ni voz ni voto.

    Me gusto el tema del post, pero le digo una cosa no creo que el español entienda lo de “calentano” mmm tendria que hacer un analisis historico, salirse de su contexto, tu sabes.

  7. hoycomoayer Says:

    Juglar: También nací en Bogotá y al igual que usted tengo sangre de aquí, de allá y de acullá. En mi caso tengo sangre cundinamarquesa, boyacense y santandereana. Respecto a lo de “cachaco” o “rolo” son categorías un poco difusas que buscan una falsa exclusividad o prestigio. Pero aun hay familias que viven de sus pretendidos blasones y se consideran “cachacos” de verdad frente a los demás- segun ellos- advenedizos. La ciudad ha crecido, se ha diversificado y gracias a costeños, paisas, boyacos, tolimenses, vallunos es una ciudad grande y diversa donde hay espacios para todos, hasta para estos cachacos provincianos.
    Un saludo

  8. Vulturno Says:

    Pese a ser cachaco de segunda generación, no me adapto bien al presente retroceso a los tiempos de la aburrida lluvia cuotidiana de Bacatá, de Pasto o de Sonsón. Escribí algo al respecto.

  9. Maria Paula Says:

    digo, español no, catalán.

  10. j. Says:

    Yo tenía en Lorica un perro que se llamaba Cachaco. Lo espichó una camioneta un día que se escapó de la casa.

  11. Patton Says:

    Vé, que casualidad, yo tenía un perro que se llamaba Costeño y lo espichó un camión de Bavaria. De hecho fue porque se durmió debajo del mismo.

  12. CFCG Says:

    Ustedes si son chistosos ¡ola!. ¡Pilas los pilla el profe!. No vaya a ser que salgan a deber y les pongan matrícula condicional ;-)

  13. pequeña padawan Says:

    ojalá tuvieras una de esas cajitas saludadoras para poder pasar a decirte hola sin tener que hablar de cachacos. pásate por mi casita , porfa. y gracias de nuevo por toda tu ayuda.

  14. O-Lu Says:

    Bonita nota. La rolidad anda de capa caida por simple sustraccion de materia. Los habitos de musica, vestimenta y acentos le sacudieron el gris perpetuo a Bogota…

  15. juglar del zipa Says:

    O-Lu:
    Más bien las evidencias indican que el gris nunca ha sido perpetuo. O más audaz la vaina: nunca ha habido gris realmente. Lo paradójico es que ahora, cuando “por fin” hay más bogotanos que “calentanos” o “provincianos”, parezca que no hay gris.

  16. j. Says:

    El gris era una consecuencia de que las fotos fueran en blanco y negro, nada más. La gente le cree más a las fotos que a la realidad, esa es una consecuencia de depender de periódicos para acceder a ella durante tanto tiempo. :)

  17. juglar del zipa Says:

    j.:
    Lo de las fotos y el gris, fuera de chiste, es muy importante en el cuento de la creación del mito. Tres vainas sueltas a manera de hipótesis:
    1. Las fotos son casi siempre de eventos o personas “cachacos”. Aparte de las famosísimas fotos del Bogotazo donde se ve a “los de ruana” el resto es casi siempre equivalente a “las sociales” del periodicucho o la revistucha.
    2. Las fotos por ser muchas de Sady o de Orduz son de los 40 o los 50. Entonces esa Bogotá “de antaño” es siempre esa Bogotá de los 40, la que aparece en todos los restaurantes “típicos bogotanos”. Y no solo son los años 40 sino el centro. Solo fotos del centro como hoy son solo fotos de la T o la 93.
    3. El blanco y negro. ¿Hay que decir algo al respecto? Solo conozco una película en color (coloreado, como se usaba entonces). Son imágenes de la Plaza de Bolívar unos meses o años antes del Bogotazo. ¿Acaso Bogotá “recuperaría el gris” si todas las fotos se tomaran en blanco y negro o en sepia?

  18. Populina Says:

    Este post resume la idea que hace algunos días viene rondando en mi cabeza. La que, en principio, es una actitud distraída de ciertos personajes que se creen muy rolos, termina siendo una posición grosera hacia todo lo que les parezca provinciano.

    Verbigracia, mis ancestros maternos son paisas -del Viejo Caldas; nada cercanos al origen del Candidato/Presidente/Collar de Arepas-, y un personaje me insinuó descaradamente que todas las personas que provienen de la Zona Cafetera eran paisas como “esos paisas” de Medellín, Sonsón y Rionegro. Digo descaradamente, porque este personaje ni siquiera supo distinguir entre Pereira, Armenia y Manizales… Todo era lo mismo, prácticamente.

    Por eso, propongo el siguiente lema: la cachaquería es un acto de cobardía.

  19. Julián Ortega Martínez Says:

    (OFFTOPIC) Me imagino que ya viste esto.

    Ah, y estamos en campaña electoral-farandulera. ¿Te apuntas?

    Un saludo y feliz fin de semana.

  20. juglar del zipa Says:

    Julián:
    Ja, qué chistoso. Por ahora ya me hice “amigo” del Dr. Carlos Gaviria que por lo que veo es amigo del arriero enano maravilla. Y sí, que Silvia cuente con mi voto, una calentana más que triunfa en tierra de cachacos, ¡ja!

  21. NicolasV Says:

    Me arriesgo a proponer una solución al problema, pidiendole a la geografía humana que le preste una manito a su morraco aprioristico.

    El cachaco no solo quiere tener casa con arquitectura inglesa, quiere parecer lo más inglés posible. Es por eso que cuandoseaventura fuera del altiplano y deciende a lasregiones infernales llamadas “Tierra Caliente” se viste como todo un Gentleman que se va de Safari o a atender tal o cual “outpost” de la “Middle Magdalena”, “Upper Cauca” o “Guaira Bay Company”. Es decir, camisa de botones de manga larga arremangada, o en su defecto camiseta de cuello marca Lacoste. Sí resulta que uno es funcionario de la rama ejecutiva, se debe llevar una goleana o vasca con las Armas de la República. Vea las fotos de los últimos proceso de paz y verá.

    Para ser cachaco se le debe tener terror al clima calido (como usted, mi querido Juglar), se debe ser el palto del día de cuanta variedad de mosquito y jejen se encuentre, y se deben tener unas secretas ganas de atragantarse de morcilla, chorizo, chicharrón o butifarra en los puestos a la verja del camino (como usted y yo, mi querido Juglar).

  22. winter Says:

    A que epoca se refiere Juglar? que decada? ha leido lo que dice Burroughs en Cartas de Yagué de los bogotanos de hace media decada?

  23. O-Lu Says:

    Juglar, no me referia tanto al clima como a la atmosfera. La moda, los colores, los sonidos, los altoparlantes, los olores, usted sabe. El gris era la temperatura dominante y las fotos en B/N rinden bien la medida de esa realidad. Simplemente habia menos surtido de prendas de vestir o estaba de moda el negris. No existia el vallenato (este ritmo fue dado a conocer por alla en los 60 y entro de lleno en los 80, quiza Ud. es muy joven y no se acuerda ;). Los historiadores cuentan que por esos anhos no habia tantos acentos. Habia pocos restaurantes chocoanos y poca arepa paisa.
    Todo empezo a mejorar en los 70, llegaron Fabricato y los 3 elefantes y el mundo del technicolor. Los provincianos y los capitalinos empezaron a compartir espacio en las busetas (cf. racimos humanos). Luego sobrevinieron el desempleo y los politicos compra-cédulas. Se armo la megalopolis y se monto un desorden alegre, aunque todavia se uniformaba a las muchachas.

    PS: La hipotesis del clima y la relacion con la fotografia esta buena, pero no se puede descartar que la temperatura de Bogota no haya aumentado (cf. el calentamiento global, que es un problema mundial) y que la tasa de pluviosidad haya disminuido (cf. sequia de embalses, chorro del Tequendama, etc).

  24. juglar del zipa Says:

    Winter:
    Me refiero a los bogotanos de siempre, incluidos los cachacos. Si quiere, a los bogotanos desde cuando se llamaban santafereños.

    O-Lu:
    Veo que se comió el cuento.
    ºSí que había vallenatos, pero lo que se oía era porro.
    ºEl gris y el negro, insisto, son más bien apariencias que da la fotografía.
    º¿A que se refieren “los historiadores” con “tantos acentos”? ¿A qué historiadores te refieres tú? ¿A Iriarte? ¿A Forero Benavides? “¡Ay el tranvía! ¡Ay qué dolor!” No qué va, estos se quejarían de que hubieran osado poner luz.
    ºHabría pocos chocoanos y paisas pero definitivamente había boyacenses, tolimenses (incluyendo un poco a los quindianos), huilenses, santandereanos y llaneros.
    ºEn fotos de esas de “la Bogotá de antaño” se ven racimos humanos del tranvía. Ah ese es otro lamento: “¡ay el tranvía! ¡lo quemaron! ¡ay!”
    ºLa megalópolis comenzó antecitos de los tiempos del tranvía, sin duda.
    ºLo de la temperatura y el descenso de la pluviosidad habría que demostrarlo. Lo del ex salto del tequendama si tiene que ver claramente con la contaminación y la planta que con la capa de ozono. Pero hay crónicas de soldados de la conquista que dicen que Santafé está en las faldas de una sierra nevada… ve tú ya a saber…

  25. Sentido Común Says:

    A mí si me caen bien los cachacos y no tengo nada contra ellos. Ala cachifo, cuando me enseñas a poners musiquita en mi blog? Ah?

  26. O-Lu Says:

    Por que me negreas?

  27. juglar del zipa Says:

    SC:
    Le enseño ya mismo: vaya a Castpost, abra una cuenta y suba musiquita o videos. Una vez subidos, puede hacer que se genere un código html que sencillamente hay que pegar en el post y nunca quitar en link a Castpost o se le daña la magia.

    O-lu:
    ¡Corregido el error! Que no era ningún error, tal vez aquí interpreta mal el código… El caso es que con negro o sin él, ahí está mi respuesta.

  28. toposauro Says:

    Juglar…

    Esto me llegó por ahí… “Reunión Blogger la invitación abierta una buena ocasión para trascender el teclado y el monitor. Sábado 1ro. de Abril 8:00 p.m. en Luvina Libros cra 5 No. 26A-06. Tel. 2844157″.

    Espero animarme e ir.

    Topamos…

  29. El Gosque Says:

    Eyyy, Juglar, considere carajo, escriba más corto que hay más cosas que leer.

  30. Addiction Kerberos! Says:

    Obviamente no ha leído a W. Burroughs ni sabe de lo que habla Winter… por puro respeto debería callarse y reconocer su ignorancia.

    No quiero que me responda.

  31. juglar del zipa Says:

    Addiction:
    ¿Y si es tan obvio para que tengo que reconocerlo?

    Ciudad esta bella y cordial, situada sobre montañas, fresca: en ella el ocio no causa remordimientos y el pensar no fatiga.

    Como usted obviamente no es ignorante ya sabrá de quién es eso y las pendejadas que le siguen.

  32. Pirata Subterraneo Says:

    Muy bueno éste post, de antología para la blogósfera bogotana. Es un tema profundo y complejo que atormenta a algunos bogotanos que cuestionamos nuestra identidad y sobre todo a la cara oscura de ésta bella ciudad: su elite decadente, corrupta, holgazana, arribista, ignorante y adinerada, en la cual abunda tanto cachaco, cuyo egregio representante inmortalizó el inmortal Jaime Garzón, con Don Godofredo Cínico Caspa, hoy reencarnado en el hilarante y tristemente célebre blogger Jaime Ruiz.

    Sin embargo no todo es oscuridad: los rolos somos la esperanza de ésta ciudad y sobre todo de éste país, que vendio su alma al narco-paraco, cuyo farsante mentor, en la presidencia, nos quiere llenar la ciudad de paracos y traquetos y dejar limpias las miles de hectáreas de sus fincas. Un dato curioso es el hecho de que la cachaqueria bogotana adore a la gomela Gina Parodi y sus esposas hablen de “Mi presidente… “. Saludos. Bacana la canción.

  33. Dauchoroma Says:

    Loas a Populina!!!
    El mejor comentario en la historia de tu blog. Sintetiza cinco años de encuentro de éste ejeño con el homo rolensis.
    Me conmoviste las entrañas Populina, gracias de verdad.

  34. nando Says:

    Hola! Necesito hablar contigo… pero no encuentro tu direccion de mail en el perfil… ¿me puedes escribir a nan_garrido@hotmail.com? Gracias!

  35. Sentido Común Says:

    Hola! Necesito hablar contigo… pero no encuentro tu direccion de mail en el perfil… ¿me puedes escribir a xxx_garrido@hotmail.com? Gracias!

    Curioso mensaje…cracker.

  36. toposauro Says:

    Para la encuesta:

    ¿Piensa usted que las políticas económicas actuales son neutrales y buscan el bien común?

    Topamos…

  37. juglar del zipa Says:

    toposauro:
    En mi calidad de ignorante, no puedo responderle y prefiero callarme.

  38. Kozure Says:

    Kool mi hermano, el rescate de las tradiciones Kachakas!

    Pilas que en unos dias tendre que ir a la nevera: aprovecheme que me extradito para mexico 5 años

    Kozure

  39. juglar del zipa Says:

    Kozure:
    ¡Caiga, señor, caiga que en estos días la nevera está más nevera que nunca!

  40. NAUJ Says:

    Pues veo mucho comentario de resentimiento sobre nossotros los bogotanos…igual la provincia y su gente jamás nos igualara.

  41. Emilio Says:

    ¿Cuál provincia NAUJ?, esto no es Argentina pendejote, la gente de la “provincia” y de Bogotá son exactamente iguales, unos mestizos que no se aceptan entre ellos y hasta se odian por no ser más rubios…

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