Se muere como se vivió
Hoy puedo decir, sin riesgo de ofender a nadie —porque además yo estaría entre los primeros potenciales ofendidos— que los funerales de mi mamá fueron bastante divertidos. O mejor, para usar un término menos paradójico y sí más exacto, los funerales de mi mamá fueron bastante amenos.
Ayer en la madrugada murió una de mis tías solteronas y la gente que estaba en el velorio, en la misa y en el entierro no solo era muy poca sino que estaba completamente desinteresada. Se notaba que estaban ahí por una cierta conveniencia, por el quedar bien. Incluso yo. No había nada que decir sobre mi tía aparte de lo mal que estaba y había estado siempre, que ahora qué vamos a hacer con Fulanita, mi otra tía solterona. No más.
En cambio en el velorio de mi mamá no cabía un alma, tanto que había tensiones, conflictos de intereses y lucha de clases, como en los realities de ahora. Por ejemplo, hubo un amago de disputa entre quienes, como yo, no queríamos dejar el ataúd abierto y los que, como los alumnos de mi mamá —de escuela pública—, lo exigían como un derecho.
De vez en cuando había que recoger el vaso de agua que le habían dejado debajo del ataúd, costumbre muy pachuca que es dizque para que el alma se refresque en su viaje hacia el más allá. Frecuentemente me detenían para que les contara cómo habían sido sus últimos días o para presentarme con una amiga de no sé cuándo que me había conocido cuando yo era «así de chiquitico». Algunas personas ni siquiera me conocían. Y casi todas las amigas hablaban de sus hijas y decían que tenían mi edad. Pero no las llevaban.
En la misa hubo dos abominables —por idiotas— panegíricos que me sacaron la piedra. Uno estaba a cargo del director de la escuela y el otro lo hacía la presidenta de la Asociación de Padres de Familia. Una tía me detuvo cuando amagué con ir al frente a sacarlos a patadas por imbecilidades como «Josefina: continúa tu camino hacia el espacio sideral…» o «regresó la mirada hacia la tierra y le preguntó a Dios “¿y dónde quedarán mis seres queridos?”».
Además el cura principal —porque eran tres— era amigo de mis papás; y, claro, también me conocía desde que yo era «así de chiquitico». Además el coro era de las monjas que habían sido compañeras de mi mamá hace años. Además era mi mamá y el ataúd me pesaba tanto…
September 19th, 2006 at 22:34
Se Muere como se vivio, no hay duda. Imaginate tu lo que me va a tocar a mi, por el lado paterno.
September 19th, 2006 at 23:01
recuerdo la iglesia en la que se iba a hacer primero la misa -que casi parecía un guiño- y la pena que me dió conocer a tu papá justo en el velorio. no tengo conciencia de haber llegado a ver el vaso de agua, y los inspirados panegíricos no quedaron en ningún rincón de mi memoria. de modo que la ventaja de ese tipo de ceremonias es que después cada quien se acuerda de lo que le importa, y hay de dónde escoger. a mí ese día me importaban tu papá y tú. poco ha cambiado desde entonces.
September 20th, 2006 at 00:41
yo hubiera esperado algo asi como lucha en gelatina, o un striptease suyo para mostrarle al mundo la maravilla de muchachito que sus padres crearon
September 20th, 2006 at 08:18
dontomate:
mi tía no me dejó.
September 21st, 2006 at 22:48
Los funerales son esa clase de cosas que le hacen a uno porque no tiene como decir que no…
September 23rd, 2006 at 16:17
De nuevo pareceré “ridícula” Pero leerlo me ha hecho recordar cada detalle de aquel doloroso día. El sufrimiento, la angustia, el miedo, la aflicción o la pena se nos muestran como los estados emocionales que convierten los lances de la vida en compañeros perpetuos de viaje; y hasta podemos hablar de ellos como “bastante amenos” confundiéndolos con la alegría y el placer. Será, por aquello que el mayor impacto lo ejercen los eventos emocionales negativos. Las emociones tienen la propiedad de crear recuerdos que pudieran ser eternos. Como si de un bebedizo mágico se tratara, las experiencias emocionales hacen que el trabajo de la memoria acabe produciendo recuerdos imborrables y sorprendentemente precisos.
¿Por qué algunos sucesos quedan registrados en la memoria con tanta fuerza y riqueza de detalles y durante tanto tiempo?
Hace años decidí que cuando muera, quiero que me cremen. Por razones prácticas y hasta cierto punto existenciales. A partir de hoy, no solo quiero que me cremen, si no además, que no me lleven a ninguna funeraria, y mucho menos a iglesia alguna; de la morgue del hospital donde muera, al “horno” asi evito que mi “velatorio” se convierta en “teatro de lo absurdo” o si muero en mi cama, que se haga lo mismo. Al leerlo me vino a la mente, lo que decía un artículo, que con ocho onzas de nuestras cenizas y el carbono contenido en ellas se pueden crear diamantes sintéticos. Y esto me pareció genial. Una vez muerta y estropeada, ser condensada en algo bello y casi eterno como lo es un diamante. Algo que se puede lucir y en caso de emergencia vender. Así que hasta en la posteridad se pudiera ser útil. Y en vez de ser un gasto uno se convierte en una inversión. Parece insensible y macabro pero si lo piensan bien, es práctico.
¡Y la tía no lo dejo!
September 23rd, 2006 at 16:52
1. Llego tarde y no conoci esa rumba, pero me duele la muerte de su mama.
2. Como sera un entierro de bloguero?
September 23rd, 2006 at 17:17
o-lu:
1. ah, fresca, fue hace rato.
2. me imagino que tan “particulares” como las reuniones de tol. y con “particular” me refiero a que rayan lo ridículo.
September 27th, 2006 at 11:41
A mi muerte iran nerdos, viejas con novio y probablemente unos duenios de tienda
September 27th, 2006 at 14:05
tiorojo:
yo creo que va más gente porque usted es el rey de todas las internets y todo eso.
November 3rd, 2006 at 03:14
Hola Juglar.
Estoy haciendo una tesis sobre Quac el noticero. Es por ello que me interesa entrar en contacto contigo a propósito de las imagenes que pusiste en línea. Tengo otros materiales que podríamos compartir. Gracias.
July 6th, 2015 at 16:19
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July 12th, 2015 at 14:54
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