Terra Brasilis
Estuve en Sao Paulo —o «San Pablo», como dicen aquí— una semana. Regresé anoche. Comparto con ustedes unas cuantas impresiones. En el futuro, también, un par de fotos.
Sobrevolar Sao Paulo, desde el momento en que se ven las primeras luces hasta que se llega al aeropuerto de Guarulhos —fuera del municipio de Sao Paulo— tarda unos quince minutos. Es la tercera ciudad más grande del mundo y la más grande del hemisferio sur. El mapa de calles de Sao Paulo tiene más de doscientas planillas y hay cerca de mil líneas de buses que conectan las siete regiones geográficas —no sé si administrativas— en que se divide el municipio. La zona del centro está definida por los ríos Tietê y Pinheiros, pero el centro de verdad está a una hora en tren. En las horas pico en cualquier estación de metro puede haber diez mil personas y en una de intercambio cincuenta mil.
Sao Paulo me resultó muy parecida a Cali. Si uno habla con un caleño en estos días dicen que es una porquería, que está vuelta mierda. Y me quiero imaginar cómo diablos era porque a mí me encanta Cali por la disposición de las cosas, las avenidas con separadores sembrados de pasto y palmeras al lado de edificios de cualquier tipo; o de concreto y adoquín, como la Paulista. Es como Cali por la gente en la calle, por las innumerables tiendas de jugos y empanadas. Y, por qué no, por la cantidad de mulatos. Sao Paulo, una ciudad latinoamericana, que a la vez es luminosa pero sabe ser fría. Sí, yo sé que eso no le dice nada a nadie…
Al barrio Liberdade fueron a parar todos los inmigrantes japoneses que llegaron a Sao Paulo y la convirtieron en la primera ciudad japonesa fuera de Japón. Encontrarse gente con ojos rasgados es muy común, así como con publicidades de envío de remesas que promocionan agencias «en portugués» en Japón. Hay varias panaderías y mercados con productos japoneses y, al mismo tiempo, marcas de productos tan brasileños como la farofa —harina cocida de yuca para condimentar y apanar— que tienen nombres japoneses.
No fui a ver el parque Ibirapuera ni el Pacaembú ni el monumento a América Latina —de eso me arrepiento—, pero conocí otros aspectos de la cotidianidad paulista… porque fue lo que hice: Alessandra hace un excelente churrasco y me lleva a fiestas donde hay funk carioca. Y, por si acaso, también hay varios colombianos por ahí.
Post scriptum: En portugués también se dice «como assim?».
April 25th, 2015 at 14:00
Why visitors still make use of to read news papers when in this technological globe all is available on net?
May 6th, 2015 at 16:07
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July 9th, 2015 at 19:24
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